[Foto: Broke Shaden]
Cuánta catástrofe
ha de soportar mi eje
antes de que lo vea
caducar
lisiándome los pies.
Cuánta muchedumbre
ha de transitar mi centro
y periferia
antes de que suene
el réquiem.
Y aunque no temo
a los sauces,
me pregunto de qué sirve
restaurar los huesos
cuando la voz
se ha cubierto de hoyos.
La lápida
se eleva interrogativa,
y nadie mora en el sepulcro,
nadie habita en mi vida.
Ya no hablo con el viento,
ni con la humedad,
ni con eso que creí
mi espíritu.
Entonces,
de dónde proviene
ese murmullo,
ese coro agónico.
La verdad
es que no hay murmullos,
no hay coros,
no hay voces,
ni eco.
No hay atisbo alguno
de compañía.
La soledad,
la soledad es siempre
la mortaja que asfixia.
no hay coros,
no hay voces,
ni eco.
No hay atisbo alguno
de compañía.
La soledad,
la soledad es siempre
la mortaja que asfixia.
y que ya no doliera
ResponderEliminary que ya no doliera
terminaba Idea Vilariño.
No te digo más, poeta, que haces revivir momentos así, porque tocas a la humanidad entera.
Un abrazo.
Susi: tu si sabes como sonrojar a las personas. :)
ResponderEliminarDesde ya muchas gracias.