[Foto: Autor Desconocido]
Hoy quiero hablar de la costa
a la que desciende la raíz de tu palabra,
de los pellejos que va dejando en la arena
para aglutinarse con el sol.
Quiero hablar de los túneles cadavéricos
que tu palabra enciende,
de cómo una nube
se convierte en un tratado
para acicalar el abandono
o cómo el amor
es la distancia intransitable
entre una espina y un contorno.
Entre los mendrugos de la sombra encuentro una luz
que irradia hacia las raspaduras del pasado.
Tu palabra sabe ser ella misma,
tiene la costumbre de enredarse
en las encrucijadas de mi devenir,
de clavarse en la prehistoria de mi aurora
y desgarra fácilmente la membrana
que cimienta el exilio de la lágrima.
Y mientras más envejecen mis olvidos
más entiendo las cortezas y los núcleos,
en ese viaje incierto tu palabra
emancipa cualquier miedo.
Es un pulso invisible.
La singular voz que te acontece.
El final que siempre vuelve a la tierra
para sentirse semilla.
Poema que me ha dedicado
Ana Belén Cardinali,
para leer más de su obra
pueden visitar
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