[Foto: Arno Rafael Munkkinen]
Una sinfonía de gusanos me recibe,
en tanto la morada de antaño se invoca escombro.
Nunca hubo sitio
para que repose mi osamenta.
¿Dónde han quedado los homenajes?
¿Dónde se han ido todos los edredones?
Soy un espectro rezagado en el invierno,
del que incluso la niebla se mofa
abriéndose de piernas
para que contemple el sol.
Más yo no sé del rubor,
sé de los extintos,
de los que yacen bajo las flores,
de los que se aparean con los fósiles.
Sé de ella pronunciando otro nombre
y olvidando el mío
incluso antes
de que yo mismo lo recuerde.