[Foto: Broke Shaden]
La niebla se desencadena
detrás de los ojos
y es siempre un cuento
acerca del dolor,
y de la muerte de los peces,
mas nunca del coraje,
o del verde.
Nunca de la sonrisa.
Allá, fuera de la torre,
veo monigotes y sombras
discutiendo por una corona,
un latido,
que no les pertenece.
Imbécil, me les uno
Ahora, hay un enjambre negro
pululando en la garganta,
y no logro extraer mi nombre.
¿Dónde yacen los habitantes del sueño?
Por que en mí
ya no caben los sueños,
ya no cabe el sol.
Sólo hay desesperación
y anonimato,
un poblado
que atestigua la guerra
y reclama
a sus muertos.
Habito, translúcido e inexacto,
en el anverso de lo gris
junto a los huérfanos de la noche.
Mi rumbo se ha vuelto su rumbo.
Y su rumbo, es la muerte.
La voz,
la voz es siempre
la huella dactilar
de la memoria.
que atestigua la guerra
y reclama
a sus muertos.
Habito, translúcido e inexacto,
en el anverso de lo gris
junto a los huérfanos de la noche.
Mi rumbo se ha vuelto su rumbo.
Y su rumbo, es la muerte.
La voz,
la voz es siempre
la huella dactilar
de la memoria.
Esa que habla de mausoleos
y epitafios.
Y esos niños que ya no cantan,
esos niños soy yo,
pero los desconozco.
y epitafios.
Y esos niños que ya no cantan,
esos niños soy yo,
pero los desconozco.
Distinguido como "Recomendado"
en mundopoesia.com el 08-07-1012
Qué grande eres, Erizo, este poema es genial... se abre en muchas direcciones, hace mirar hacia muchos rincones dela existencia.
ResponderEliminarTe felicito, tienes toda mi admiración y respeto.
Un fuerte abrazo, poeta
JC Ventura: Muchas direcciones que llevan a Roma ;)
ResponderEliminarGracias por pasarte, y leer.