besando los recuerdos intoxicados
de un amor dañino
que me envenena la sangre
y, que sin embargo, no me deja morir.
Más, no busco otras muertes prematuras
de lunes por la madrugada
si no cuento contigo
para que sirvas de verdugo
decapitándome la espera.
Dime qué pretendes
quitándome tu amor agridulce.
Te ruego te lleves mi alma
y no me dejes
con esta herida de muerte;
que nunca me han gustado
las películas de zombies,
ni mucho menos
las historias cuyo final
no dice: "felices por siempre".
Eras tu quien me buscó
decifrándome el código del amar,
pero, sin enseñarme a matar los recuerdos,
torturantes,
de tus besos al anochecer;
y no es que me queje de ello,
pero, ya sabes como son las moscas...
te molestan sus giros,
te divierte aplastarlas,
y luego
se reencarnan en memorias.
Deja que nuestro ser
se conecte en los acordes del viento,
reirías al darte cuenta
de lo complementarios que somos.
Si es que ya no ríes,
en medio de tu oceánico sarcásmo,
al ser francotirador,
verdugo, y mosca,
en otro film
sin mi en el reparto.