Armonía - E R I Z O
Abrazo las pupilas de esta noche
que agolpa sus entrañas
en la febril caricia
de un latido inconcluso;
cierro las pestañas
para recordar
la fragancia de la rosa
la aspereza de su cáliz.
Pienso...
y las estrellas titilan gotas de nácar.
Es entonces
cuando las espinas
desfilan hacia dentro,
y se aferran a las pieles salinas
de la nostalgia;
al erial de contornos
y memorias
tan renuentes de olvido.
Pienso...
mas el tiempo no me alcanza.
Mis manos,
estas manos
que intentan alcanzar
la aridez de un sentimiento
en las ateridas puertas
de una mustia sonrisa,
me recuerdan la piedra del molino
en el que ya no hay vida.
Pienso...
y el silencio acobarda la razón.
Aquí adentro,
donde se columpia la llovizna,
no hay refugios ciertos
y aún así, camino
en la desnudez
siempre hacia mi anverso,
a la nación del ego,
al origen de mis palabras.
Pienso...
Pienso...
y el número de pasos
se me hace infinito.