lunes, 14 de marzo de 2011

LA PETITE MORT


Foto: Autor Desconocido


Hermafroditas mis dedos
requisan tu piel, esa tu piel
de arándanos y gemidos,
oteando, desde las colinas
de tus pechos de escarcha,
narcisos creciendo
allá, donde debiera
estar tu ombligo.


    El hambre aumenta.
             La sed desborda.
                   Las ansias ganan.


El alud ya no se reprime
y sus exhalaciones muestran
la voracidad del tacto
masticando los oídos,
en tanto entinto tu cuello
              y lo delimito
              y lo adoso
              a mi feudo de nubes.


Serás mía hasta el alba.
en mi cenit,
cuando mengüe,
e incluso luego.


Los corazones crepitan.
La sangre ya no basta
para apaciguar los anhelos
de cielos tintos.


       Debo ir más allá
       del placer de la saliva.


Debo bajar,
         descender,
a la grieta y zambullir
la libido de mi verbo,
el cuerpo de mi palabra,
en tus prerrogativas de sirena.


Y entonces oírte cantar,
ninfa de la carne,
en esa lírica ininteligible
de selvas deforestadas
por el sudor del éxtasis.


Contemplando en tus pupilas
la orgía de estrellas que enmarcan
el borde del mundo pendulante
en mi boca de enredadera.


La misma 
que te alcanza el vértigo
de los puntos suspensivos,
dilatadamente excitados,
hasta tu paraíso de espasmos.


Aguardando se oxide el aire
y te atrape 
para mi disfrute
en ese cierre de ópera,
ese ocaso hedonista,
de guirnaldas sanguíneas
 y asfixia sináptica
al que llaman:
            

              La pequeña muerte.




4 comentarios:

  1. Le petit mort

    Solo puedo decir...¡Qué hermoso poema!

    Que espina tan exquisita...

    Excelente, Rizo.

    Mina

    ResponderEliminar
  2. Mina... se te extraña, por dónde andarás niña.

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  3. dude de vos, lo googlee y me encontré con cosas mas lindas

    Mandy

    ResponderEliminar
  4. Mandy: Ja, alimentaste mi ego con eso de googlearlo. Gracias. Me alegra te gustase.

    ResponderEliminar

Mi mundo es así...

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