[Foto: Rodney Smith]
Siempre hablo del deterioro,
de las estrías que atraviesan
cuanto cardumen maquino,
cuanto limbo elaboro
y nunca del corazón,
nunca de sus abalorios.
Por ello me oprimo
contra la barriga de la luna
aguardando me adopte,
ansiando me guarezca
de todos mis sonámbulos
y sus alas.
Porque en mí
copulan los locos,
los derrotados,
la hueste negra
de los marginados.
No, no sé hablar del sopor
ni de lo narcótico del viento,
tampoco puedo referirme
al amasijo de coníferas
que sobrevive en la nación
de los que menguan.
Es que no sé dónde
residen las palabras
para halagar a las nubes.
Yo, el envenenado de vida
sólo entiendo
la gutural lengua
de los leprosos.
Y es que, cada mañana,
acontece el suicidio
de dialogar con los nudos
que representan
todos mis nombres.
Querido Erizo:
ResponderEliminarTu poema me ha recordado mucho a mí mismo y a mi forma de sentir esta ténue existencia. Me encantan todas y cada una de las imágenes que has utilizado. Te felicito muy afectuosamente.
Genial tu poema, me gusto mucho. Es fácil de leer y no esta tan forzado. Me encanta tu blog, el diseño es fantástico, ya te sigo, espero que te pases por el mío. Saludos desde México.
ResponderEliminarLeí hace tiempo este poema en MP y me conmovió. Hoy vuelvo a disfrutar hoy de tu magnífica poesía. Felicidades. (MARIAM).
ResponderEliminarLo he leído en varias ocasiones pero no había dejado comentario. Es una verdadera joya este poema.
ResponderEliminarSaludos
Ana