
El misterio de la picardía
se aferra a tus pecas,
y estas se arremolinan jocosas
en los cielos de tus mejillas.
Reúnes y atesoras
constelaciones de lentejuelas.
Y lo incierto de la bruma
se diluye cuando despabilas,
comprobándola inherentes
a tu forma de libélula.
No temes al horizonte,
pero te incomoda su contingencia,
y aún así afirmas poder darle mensura
desde tus pestañas de estrellas.
Todo se ilumina,
se clarifica,
se simplifica,
y se vuelve certeza
en los abrazos
de tus brazos,
mis melodías de canela.
Amas bailarina tornasolada
rodando en palacios de corcheas
impregnando el aire de colores,
contagiando la sinestesia.
Explosiva,
impulsiva.
Todo te es nuevo
y a la vez tan obvio.
Para todo encuentras respuesta.
Incluso para la oscuridad
de los astros viejos,
a los que das nuevo lustre
en la crisálida de tu sonrisa.
Arrullando el universo
en los pliegues de tu iris,
me invitas a ovillarme y guarecerme
del diluvio adulto
jugando, tal como tu lo haces,
a ser brillante luciérnaga.
Mi amado gérmen de cometa.
(Para mi hermana, mi pequeño lucero)
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