viernes, 18 de febrero de 2011

INCERTIDUMBRES Y CERTEZAS DE QUIEN RESPIRA


[Foto: Autor Desconocido]

Qué será de mí
sin los harapos del viento
evaporando la lluvia
en la mezquindad de las rendijas,
esas grietas tan íntimas,
tan mías y a su vez,
                        tan suyas.


Sé de remanentes y de astillas
en los recovecos de la erosión,
en los vértices de la arena.


Así como sé
que extrañaré sus filos
cuando el mundo se dilate
en pláticas sombras monótonas .


Entiendo de oquedades,
de pretextos,
y de la exfoliación silente
de los huesos,
de mis endebles huesos.


Pero cómo augurar 
la huelga de corcheas
si las dendritas,
torpes ramas de yoismo,
pierden su afecto
por la sinapsis justa
mucho antes de hora.


Sobrará el oxigeno una vez más.
Me conoceré entonces y dudaré.


Los latidos arrítmicos
alertan del peligro 
de oficiar de equilibrista
en los bordes
de las propias navajas.


Comprenderé finalmente,
que cuando el aire sobre
sólo nos queda
inflar vertiginosamente
los pulmones.


Sabiéndonos en cada exhalación,
eternos sobrevivientes.

miércoles, 9 de febrero de 2011

MARIÁNGELES

[Foto: Autor Desconocido]


El misterio de la picardía
se aferra a tus pecas,
y estas se arremolinan jocosas
en los cielos de tus mejillas.


Reúnes y atesoras
constelaciones de lentejuelas.


Y lo incierto de la bruma
se diluye cuando despabilas,
comprobándola inherentes
a tu forma de libélula. 


No temes al horizonte,
pero te incomoda su contingencia,
y aún así afirmas poder darle mensura
desde tus pestañas de estrellas.


Todo se ilumina,
          se clarifica,
           se simplifica,
             y se vuelve certeza
         en los abrazos
      de tus brazos,
mis melodías de canela.


Amas bailarina tornasolada
rodando en palacios de corcheas
impregnando el aire de colores,
contagiando la sinestesia.


Explosiva,
          impulsiva.
Todo te es nuevo
y a la vez tan obvio.
Para todo encuentras respuesta.


Incluso para la oscuridad
de los astros viejos,
a los que das nuevo lustre
en la crisálida de tu sonrisa.


Arrullando el universo
en los pliegues de tu iris,
me invitas a ovillarme y guarecerme 
del diluvio adulto
jugando, tal como tu lo haces,
a ser brillante luciérnaga.


Mi amado gérmen de cometa.


(Para mi hermana, mi pequeño lucero)



martes, 8 de febrero de 2011

TRANSMUTACÍÓN


[Foto: Autor Desconocido]


Se ha vuelto cotidiano
verme desperdiciar el sueño
esquilando ovejas inquietas
para luego columpiarlas 
lejos del aturdimiento.


Me aferro, obsesivo,
a lo que no me sirve.


No renuncio a ser
un rumiante de espinas.



Es que el aire
que articula mis memorias,
se tornó el opio indispensable
de las aves atragantadas
en mi pecho.


Creo, compulsivo,
todo lo que prometes.


Mas dirijo a paso firme
la milicia del insomnio.


Veo masturbarse
a la locura del caleidoscopio
entre los túmulos de mis temores,
esa porosidad inconsciente
renuente al contacto.


Acompáñame.
¡Déjame solo!


Porto obligado
la escafandra de la duda.



Mas de algo estoy seguro
el aura que exhalas
avanza desde mis flancos.
Me invade,
        me satura,
           me limita
             y reconstruye.


En eso que tu anhelabas,
un verdugo de ovejas,
un niño enamorado,
un ente sin párpados.


            Un "algo" borroso.
       Un "yo" diluido.


Ya no tengo claro lo que soy,
a no ser por los lindes
que tu has delineado.


Te llevas enteramente
lo inherente en mi.


                 Y dejo de ser yo
                 para volverme,
                 esto otro.



martes, 1 de febrero de 2011

BESOS MINIMALISTAS

[Foto: Autor Desconocido]

Aún sostengo,
entre los murmullos de mi mano,
aquella última metáfora
sobre el aire que no me sobra
y la oscuridad asmática
que se extiende
por sobre tus bordes.


Pero no me basta.
El horizonte y sus prorrogas
nunca me han bastado.


Cuánto he aguardado
el momento propicio,
ese instante oportuno,
en el que derrumbar las nubes.
Y sin embargo,
el destino me fue
siempre esquivo.


Duele saberte
con los pensamientos dislocados
en la anamnesis
del sol y su sonrisa
y no en mí,
              nunca más en mí,
que soy llovizna y granizo.


Cuanto odio mi porosidad,
mi sutil fragilidad
y por sobretodo a ti.


La ambivalencia deambula
entre mis paradigmas,
y también te amo,
también te arrullo,
te protejo,
y de vez en vez,
te desmiembro
te sacudo
y te desarmo.


Torpe intento el del viento
por entender la perspectiva del océano
remontándose en sus olas.


Y los escollos
se interponen siempre.


            Y "siempre" no basta.


Ninguna meretriz limitación
me ha bastado nunca.
La infinidad del universo no basta,
para convencerme
a mí y mis escombros
de que estos brazos
no fueron concebidos
para abrazarte.


La sola idea de estrecharte
me regocija y completa.


         Mis nirvanas han sido,
         en todo momento,
         besos minimalistas.



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